El vía crucis legal de las maltratadas. ¿ Denuncias falsas ?

Publicada el Domingo, 27/04/2014

El número de víctimas de violencia machista que opta por no denunciar a sus agresores crece por la desconfianza que la justicia muestra hacia ellas y por los impedimentos del proceso

Calvario. Es la palabra más utilizada por muchas mujeres maltratadas para definir el proceso en el que entran desde que se atreven a plantarle cara a su maltratador en la sala de un Juzgado. Hasta el punto de que, de las veintiuna mujeres asesinadas en lo que va de año en España, sólo seis habían denunciado y dos de ellas decidieron no seguir adelante en mitad del proceso. La desconfianza que reciben por parte de la justicia y sus empleados hace que opten por este camino. Desde que una mujer llega a una Comisaría y denuncia a su pareja o ex pareja, se suceden una serie de episodios en los que muchas veces la víctima se siente menos segura y protegida que antes de solicitar ayuda. Así es como se sintió C. S. Esta mujer, que no quiere desvelar su identidad, lleva cinco años inmersa en un "maltrato judicial". No es un caso aislado, C. S., además de víctima de violencia de género, acompaña a muchas mujeres en este vía crucis legal. "Es un sufrimiento que no tiene nombre. Venimos de situaciones horribles y, en vez de encontrar apoyos, sólo nos ponen impedimentos".

"Tras aguantar meses y en muchos casos años de maltrato físico y psíquico, la mujer se dirige a las dependencias de la Policía Nacional o de la Guardia Civil, en función de que viva en zona urbana o rural. Aunque siempre debería estar delante un abogado, no siempre le ofrecen la asistencia de uno para que la asesore. A veces, incluso, le recomiendan que declare sola", relata C. S. Ahí empieza la primera cuesta arriba de las víctimas de la violencia de género. "Tienen que pasar un test que es verdaderamente diabólico", apunta. "Es un test de 25 preguntas totalmente informatizado. ¿Cómo se puede valorar así un caso?", se pregunta Amparo Antuña, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas de Asturias. El resultado de este test es el que determinará el tipo de riesgo de cada caso, según ese nivel -existen cuatro: bajo, medio, alto y extremo- se tomarán un tipo de medidas de protección a la víctima. "Aunque algunos abogados dicen que el hombre está en desventaja, porque si se le acusa de malos tratos siempre va a pasar la noche en el calabozo, no es verdad. Muchas mujeres se encuentran con que son citadas para el día siguiente o dos días más tarde a juicio rápido. El maltratador no es detenido en estos casos, con lo cual tienen que salir de Comisaría y arriesgarse a tropezarse con él. En una de mis denuncias lo llamaron por teléfono para que fuera a declarar. �l contestó que no le venía bien ese día. Yo tuve mi juicio rápido tres días después de poner la denuncia. La jueza de Violencia de Género consideró oportuno celebrar la vista en las dependencias del Juzgado, con los funcionarios delante, entrando y saliendo procuradores, abogados y público en general... Estuve desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde compartiendo pasillo con mi maltratador. No es lo habitual, pero a veces pasa", asegura C. S.

A esta terrorífica situación se suman las escasas medidas de protección que, según su denuncia, se conceden en los juzgados. "La mujer pide la orden de protección en Comisaría, que conlleva la orden de alejamiento. Asturias es la comunidad donde menos se conceden -junto a Cataluña- por una simple aplicación ideológica de la ley de Violencia de Género. Es una simple cuestión de convencimiento de que las mujeres somos una especie de memas y mentirosas por naturaleza", señala indignada C. S. Y añade: "Muchas veces ya se cuestiona su veracidad en las dependencias policiales, pero al llegar al Juzgado? ahí sí es sufrimiento. En mi caso, con varias condenas de mi ex en la mesa y los años que estuvo en prisión por amenazas de muerte y quebrantamientos de condena, la jueza del Juzgado de Violencia me hizo pasar por una prueba psicológica, para que determinara mi grado de veracidad y mi grado de estrés o miedo. Muchas juezas piensan que las mujeres somos una especie de mentirosas que denunciamos para perjudicar económicamente a nuestras parejas o por venganzas. En ocasiones, algunos juzgados hacen pasar a las mujeres por el forense para que éste dictamine si mienten", asegura esta asturiana.

Esta desconfianza hace que muchas veces salga a la luz el asunto de las denuncias falsas. "Los datos hechos públicos por la Fiscalía para el ejercicio 2012, reconocidos por el Observatorio Contra la Violencia de Género, fijan las denuncias falsas en un 0,0028 por ciento. Bastante menos que las puestas falsamente por hombres que denuncian haber sido robados para no confesar que gastaron su dinero en un club de alterne. En este momento, con la crisis y con la gente nueva que entra, dudo que mucho personal que se ocupa de esta problemática sepa ni de qué se le está hablando", asegura C. S.

Su caso le hace empatizar mucho más con las mujeres a las que asesora. Una de las principales luchas que tienen ella y los letrados es que las víctimas, al ver las dificultades del proceso, no decidan retirar la denuncia. "Muchas se arrepienten ya en el momento de ponerla. Están bajo la influencia de la ola violenta y tienden a minimizar los hechos. Te dicen que no fue para tanto, que los quieren, que tenían que haber aguantado? tenemos que convencerlas para que sean fuertes y sigan adelante", cuenta Antuña. "Muchos jueces nos echan en cara haberlas convencido", dice B. V., una letrada ovetense especialista en estos asuntos. "Las mujeres, cuando salen del Juzgado, sin la orden de protección, te miran y te dicen: ¿ahora qué hago? Más de un 90% salen del Juzgado con la sensación de ser ellas las delincuentes, y con el convencimiento de que nunca tendrían que haber denunciado", asegura B. V.

"Llevo años de calvario y no parece que vaya a acabar. Mi ex, simplemente, decidió no dejarme vivir. Sólo fui libre dos años, cuando estuvo en prisión. No existe la reinserción, eso lo tengo claro. El que pasa por la cárcel, por lo general, vuelve a por su víctima cuando sale. Son hombres con una tipología muy acusada. Mujeres e hijos somos sus posesiones y se resisten a perderlas", destaca C. S. Además, a esto, según sus propias palabras, se suma que los castigos por quebrantamientos de ley llegan tarde. "Las mujeres víctimas de violencia no estamos seguras. En mi caso hay una sentencia por la cual mi ex tiene que entrar en prisión por un período de un año. La sentencia es de hace más de un año. �l la apeló todas las veces que pudo, pero desde hace cuatro semanas la Policía tiene la orden de detención para ir a por él y llevarlo a la cárcel. Dicen que no lo encuentran. ¿En qué situación me quedo yo? Es indignante", narra angustiada C. S.

En cuanto a la respuesta del círculo social, una mujer maltratada tiene que dar explicaciones y "convencer" a la gente que la rodea de que verdaderamente es maltratada. "Al principio te desesperas por que te crean, pasado un tiempo te importa tres pitos. En tu círculo te encuentras de todo: gente que sigue teniendo contacto con ambas partes; gente que se posiciona claramente de parte de la víctima; gente que opina, juzga, sentencia y condena a la maltratada y sigue protegiendo al maltratador", apunta C.S.. Ella lo tiene claro. "Acabar con el maltrato es cosa de todos".

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